Ritual de encantamiento
Joan Wasser se junta con 15 músicos para montar una orgía salvaje, sensual y pausada en ‘The Deep Field’. Ella manda, tú obedeces y disfrutas. Es la Jane de la jungla.
Nos adentramos en la selva, apartando todas las ramas que imposibilitan la visión de lo que estamos apunto de experimentar. Así empieza The Deep Field, con un sonido lejano de una tribu haciendo música, y según nos adentramos en el verde nos topamos con ‘Nervous’, de bajo y guitarras sexy, funk y soul. Un gozo que revienta con un magnífico riff de Doug Wielselman, el guitarra de los Antony and the Johnsons.
En la tribu de Joan son 15 músicos los que trabajan en su disco. Con ellos crea embrujo, magia, encantamiento. ‘The Magic’ es una de las pócimas más absorbentes del menú, su monotonía atrapa como una red sensual de teclado, bajos, y voz femenina.
También hay un gran lago cerca de esa selva donde está Joan Wasser apostada junto a su tribu. En el nos embarca en un mini crucero con ‘The Action Man’. Con su saxo y clarinete comienza la preparación para el ritual de encantamiento. Lo siguiente es ‘Flash’, una droga de relajación que nos tumba en la superficie natural mientras escuchamos su eco.
Entonces te despiertas con ‘Run For Love’, una carrera de sensaciones placenteras, una cola de pavo real abriéndose y uno de los temas más rompedores en el que Wasser busca un objetivo simple: “¿Por qué no hacemos simplemente el amor una y otra vez?”. Las voces de ella y el solista Joseph Arthur se enredan y la cosa se va calentando por momentos.
El bajo de ‘Human Condition’ se mete por tu espalda y no puedes dejar de moverte. El bombo, las palmas y la dulce voz de Joan Wasser consiguen que no quieras zafarte de esa honda que crean las cuerdas en tu columna vertebral. El tema termina floreciendo con cuatro voces masculinas y femeninas cantando el título de este relajante tema.
En su último trabajo, a Joan Wasser le gusta hacerlo lento. A la hora de besar, ‘Kiss the Specifics’, o incluso cuando admira la química entre dos personas, ‘Chemmie’. Pero en esta orgía en la que Wasser nunca había mostrado tanta dominación, no falta su balada profunda de corazón abierto en la sollozante ‘Forever and a Year’.
Cuando el disco termina de florecer al final de ‘I Was Everyone’ querrás volver a saborear las texturas de sus canciones. Una droga salvaje, sensual y estremecedora que activará los paladares musicales más exquisitos.
Enlaces de interés:
No hay comentarios:
Publicar un comentario