viernes, 21 de septiembre de 2012

YEASAYER - Fragrant World [CRÍTICA]


¡La máquina está viva!

Yeasayer realiza una transfusión completa de sangre entre hombre y máquina en uno de los discos más esperados del año. Una fantasía que conlleva una obsesión.

Es habitual que durante el último cuatrimestre del año salgan los mejores discos de la temporada. Ya sea para ayudar a la gente con sus nuevos cursos y trabajos, para aprovechar el tirón de las navidades o calentar los músculos que se enfrían con la muerte del verano.

El tercer disco de Yeasayer era de los más esperados a escala mundial. Odd Blood fue el disco del 2010 para muchos críticos, audiencia y, ojo, músicos también. Las expectativas eran altas, y la banda de Brooklyn aumentaba la ansiedad en la espera presentando dos de los diez temas temas de su disco por televisión e Internet.

'Henrietta' es una obra maestra del romanticismo futurista en la que la línea del bajo solamente encuentra competidor en los sintetizadores; y 'Longevity' es un relato sofisticado de belleza asiática y ritmos que se engancha como redes de pescar.

Yeasayer obsesiona. Entre el tumulto de sonidos, ya sea que cante el indio Anand Wilder en la sensual 'Blue Paper' o sea Chris Keating el que realice el encantamiento con la dulce 'Fingers Never Bleed', el ritual logra su objetivo y vuelves a su música como una rata hambrienta en una ciudad pos-apocalíptica.

La sobredosis la sufrirás con 'Devil and the Deed', y cuanto más alta la pongas, más incrustada se quedará en tu pobre cerebro. Ese que se negaba a enviar señales al cuerpo para que se pusiera a bailar, ahora funciona descontrolado sumergido en esta audio-fantasía.

Los chicos de Yeasayer se entregan cuerpo y alma a la máquina hasta mutar a un hombre biónico. Mientras este proceso se completa aparece en escena el robot funky de 'No Bones', y la banda nos presta un último baile con 'Reagan's Skeleton', en la que su sonido se presta a un tema que bien podría estar firmado por los Scissor Sisters.

Otro de los efectos secundarios de esta transformación de hombre-máquina es la ilusión de las serpientes en 'Demon Road', en la que podemos volver a oír los sonidos étnicos que caracterizan a Yeasayer desde el primer disco. Wilder reivindica el micro de nuevo en 'Damaged Goods' con una balada techno-pop con la que Fragrant World llega a su anochecer.

El dominio de estos músicos en la transición de instrumentos tradicionales a electrónicos es absoluto. Tomaremos al espécimen de 'Folk Hero Shtick' como ejemplo y la manera en la que el bajo de guitarra se transforma en un potente láser electrónico que hace que todo retumbe.

Llega el último tema, 'Glass of the Microscope', en el que a Yeasayer le brillan los ojos como cristales. Es ese instante de mirarle y decidirte si debes entregarte a él definitivamente. Si resistes el encanto de esta última, honesta y lacrimosa mirada podrás tirar este álbum a la papelera y pensar que todo fue una extraña pesadilla. Si caes, tendrás en Fragrant World un nuevo mundo que visitar, pero a la vez un lugar en el que ya has estado antes, quizás durante aquellos días de un futuro pasado.

Tracklist
1. Fingers Never Bleed
2. Longevity
3. Blue Paper
4. Henrietta
5. Devil and the Deed
6. No Bones
7. Reagan's Skeleton
8. Demon Road
9. Damaged Goods
10. Folk Hero Shtick
11. Glass of the Microscope

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