“Solamente nos queda la música”
Los amantes de la música volvieron a
sonreír con una serie de conciertos que hacían tributo a ese placer
que llega en verano con forma de festival todos los años.
Los días más fuertes del festival
arrancaban con un público más arrimado a las sombras que a los
escenarios. Pero por suerte para la salud de los asistentes, tres de
los escenarios disponibles estaban a cubierto y bastante fresquitos.
El que tenía el escenario más ocupado
era el Spotify, que comenzaba el viernes con un cartel femenino
capitaneado por la genuina St.Vincent; seguía un cartel
masculino con los fantásticos Bear in Heaven de Brooklyn y la
fiesta irrefrenable de los barceloneses Mendetz; para
finalmente terminar con un hombre y una mujer que llevan 10 años en
el cotarro pero dada su desgana y poca fuerza parecía más bien que
llevasen 40 años: The Raveonettes, que ya sea por el vuelo
con escala que se habían pegado desde Nueva York o por simple falta
de actitud, salieron a dar la mitad.
Cuando alguien piensa en la palabra
'música' no tiene por qué siempre ser algo relacionado con el
'indie' o los modernos. Para respetar la universalidad de la música,
los del día de la música han intentado meter 'un poco de todo', y
prueba de ello fue Lee Fields & The Expressions, una
especie de reencarnación de James Brown que animó la tarde, sacudió
el calor y atrajo el olor a porro entre la audiencia.
Se arrimaba la noche y nada mejor que
la sensualidad y sensibilidad del introvertido James Blake, que se
atrevió con un festival español tocando temas poco o nada
bailables, algo que, como dijo horas antes el cantante de Bear In
Heaven, era algo poco recomendable, “tocar una canción lenta en un
festival es muy peligroso, pero es que nosotros somos muy
peligrosos”. El que arriesga gana y no defraudó, así el público
ahorraba fuerzas para la energía de Two Door Cinema Club, los
autores de la canción que más sonaba entre concierto y concierto
del festival, 'Something Good Can Work'.
El sábado empezaba sentado en los
escenarios cubiertos con la notable actuación del irlandés que
cautivo al auditorio del escenario Rockdelux. Los primeros valientes
que salieron al sol a tocar fueron Fanfarlo, quienes aguantaron el
tipo en todo momento y ni siquiera su líder Amos Memon se
desabrochó ninguno de los botones de la camisa. Les siguieron los
tejanos Spoon, desde el otro escenario principal, con un rock más
británico que americano demasiado movidito para la que estaba
cayendo.
Las actuaciones estrella fueron la que
dieron los de Mercury Rev tocando única y enteramente su disco más
afamado, el Deserter's Songs; y la exhibición de Maxïmo Park,
expertos en causar sensaciones entre el público español. Ambas
bandas brillaron con un foco de luz centrado en su líder. Jonathan
Donahue para los de Mercury Rev estaba pletórico con su botella de
vino, brillantina en las mejillas, una sonrisa casi permanente y una
actuación que rozaba la entereza teatral. Paul Smith, junto a sus
Maxïmo Park, salió a comerse la noche como un vendaval. Sus saltos,
su voz, sus movimientos de cadera y su enorme carisma fueron
potenciados con la gran actuación de los suyos, que tocaron como
nunca ante un público habitual que es el español. Al contrario que
el homenaje nostálgico de los de Donahue, los británicos optaron
por promocionar su nuevo disco, The National Health, que sonó a
nueva gloria. Smith era consciente de que allí se rendía culto a la
música, “Europa está fatal y todo va a peor, solamente nos queda
la música”.
Aunque se no olvidaron los temas
obligados como 'Girls Who Play Guitars', 'Apply Some Pressure', 'Limassol' o 'Going Missing'; siempre queda esa sensación de que fue demasiado corto, y
es que los de Newcastle se hartan de visitar nuestro país, pero
desde hace ya años lo hacen únicamente en festivales. Dejaron atrás
su anterior disco, Quicken the Heart, reservándole únicamente una
sola canción del mismo, 'Questing Not Coasting', para el setlist. El
espectáculo que dieron en el escenario RNE3 daba calambre, fue una
maravilla.
Fue un día marcado por el partido de
la selección española ante Francia para los cuartos de final de la Eurocopa, que dividió al
público entre los que optaron por ver a Love of Lesbian y los que se
quedaron viendo el partido desde las pantallas gigantes. Así se
demostró que fútbol y música no son incompatibles y que cada uno puede elgir su entretenimiento sin fastidiar el del otro.
La noche no duró mucho más y se
despidió con Metronomy en el escenario principal y Apparat en el
escenario Spotify con la gente ya más relajada, bebiendo mojitos,
degustando las fantásticas hamburguesas caseras del festival o dando
los últimos botes que permitía el cuerpo.
Un buen lugar, un buen cartel y un
ambiente positivo son algunas de las sensaciones que dejó el Día de
la Música 2012 en el Matadero de Madrid. Un 'día' irrepetible en un
festival que dan ganas de volver a disfrutar en próximas ediciones.
Sin tener unos pretenciosos 'cabezones' de cartel, esta gran
iniciativa se convierte ya en un festival de referencia en Madrid.
IMÁGENES DEL FESTIVAL
IMÁGENES DEL FESTIVAL
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