El cadáver del futurismo en el cine
Futurismo, romanticismo y cuento de hadas. Suena bien, pero Franklyn no tiene nada de eso. Ideas secas y originalidad cero en una película que se vende en el estante de fantasía/futuro.
Guionistas, productores, directores y creadores de cine en general. ¿Por qué empeñarse en terminar un proyecto sin sentido? Franklyn es esa hoja llena de ideas sin originalidad que no se atrevieron a arrugar y encestar en la papelera.
Este producto se vende en el mercado como cine futurista. Nada de eso. El cine futurista tuvo sus años, irónicamente, en el pasado. En los 70 empezó a pegar fuerte con títulos como Star Wars, en los 80 fueron los años dorados con películas ya de culto como Blade Runner. En las décadas siguientes este género fantástico coleó con Matrix a finales de los 90, o V de Vendetta ya entrados en el XXI.
Pero Franklyn no va de nada de eso. Es una forzada historia formada por diminutas historias aún más forzadas que rompen todo el sentido hasta llegar a un desenlace acelerado pasando por un nudo de esos que se atragantan como el que más.
Para ser una película debut, parece que han metido prisa a sus creadores. La historia trata sobre un cazador de tiranos, Jonathan Preest, una burda copia entre V, el anti héroe de V de Vendetta (James McTeigue, 2006), y Rorschach, el imparable superhéroe de máscara de tela y pasado turbio en Watchmen (Zack Snyder, 2009). Un reparto muy niño en el que apenas destaca la chica Bond, Eva Green.
Mucho escenario fantasma, argumentos que cojean, personajes que de vacío carisma, y un intento de salvar la partida con lo visual, pero que no termina siendo nada vistoso.
Cuando el cine europeo juega a las pelis futuristas, el resultado suele ser bastante pobre o cuanto menos falto de recursos. Franklyn no es como el cine americano o japonés futurista, pero es que lo peor es que no es nada de lo que sus recursos pueden ofrecer. Ni el romance es romance, ni el futuro es futuro, ni el cuento de hadas tiene sentido u ofrece un mínimo de inspiración.
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