Malditas smart movies
Si no existe el término yo lo invento. Smart-movie: Dícese de esa película en la que el protagonista es un listillo que se le da bien hacer algo que tiene un punto de inmoral, lo que le mete en situaciones complicadas pero que finalmente termina en un inmenso éxito, y un polvo con la más guapa del reparto.
Para protagonizar este tipo de films, es requisito imprescindible ser un 'George Clooney' con dientes blancos, cejas arqueadas e ir siempre con traje o en su defecto perfectamente peinado. Hablar lo más deprisa posible es también un punto a favor, así parece que tu mente piensa más rápido y que los guionistas son unos genios a los que solamente les hace falta chasquear los dedos para sacar un buen dialogo o un giro argumental.
Siendo los creadores de Juno, me esperaba algo más original y entretenido. Pues ni siquiera es eso, y es que antes de terminar la película ya te olvidas de ella. Gracias por fumar es una jaula de guaperas republicanos que ensalzan el buen hacer de Estados Unidos y su envidiable capacidad de corregir sus errores. No tengo nada contra Aaron Eckhart, de hecho es bueno a la hora de hacer su papel de siempre como el de encantador maduro trajeado que consigue cualquier mujer que se proponga, pero aunque la película trata en su totalidad sobre su personaje, no logra siquiera que su carisma haga merecer la pena semejante peñazo predecible.
Un hombre smart (un listillo) que revoluciona el mundo por sus actos en una empresa/partido político/asociación/equipo es un género ya muy visto, con tanto maquillaje que resulta evidente desde el principio que la cinta no tenía gancho para hora y media.
El tema de las tabacaleras da para muchos guiones, debates y libros. Yo diría que demasiados en algunos casos, y Gracias por fumar es uno de ellos.
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