Contundentes como nunca
Feeder vuelve con un completo sexto álbum que devuelve como nunca el sonido sólido y con carácter de siempre pero a su vez con la limpieza y ternura de sus últimos dos álbumes.
Con Seven Days in the Sun, Just a Day o Buck Rogers, la banda que naciera en Gales archidemostró que son una de las delicias musicales más apta para sonorizar un verano. Pues con Silent Cry lo han vuelto a hacer. Tras la muerte del batería Jon Lee, el resto de sus fundadores (Taka Hirose y Grant Nicholas) cayeron en una depresión que les mantuvo en mitad del abandono y la creación de una obra de arte como disco. Así dieron el paso hacia un nuevo día con Confort In Sound, y posteriormente siguieron esa melancolía pero con una mayor paz espiritual con Pushing the Senses. Estos dos discos calaron en el estilo de Nicholas y los suyos, pero ahora la contundencia ha vuelto a enchufarse a los amplificadores y altavoces de este trío aún joven. Su nuevo batería desde el suicidio de Lee, Mark Richardson, es un ganso atizando con las baquetas, y eso se agradece a la hora de crear un sonido de rock que cada vez es más indie. Esta fuerza del bataca de Leeds va acompañada de la voz con alma grunge de Nicholas y el carismático bajo de Hirose, experto en bordar una perfilada producción en sus álbumes y hacerse notar en los conciertos.
El más claro ejemplo de todo este remolino de velocidad y poderío esta ya en su primer single: Miss You. Las letras de sus discos siguen siendo melosas y poéticas como solo Grant Nicholas sabe escribir. Junto a ella esta Itsumo, una pasional pieza también muy Feeder, donde la letra se enlaza con la música de manera sublime, y donde la distorsión se hace melodía una vez más en las serenatas de estos tres hombres. Tracing Lines no puede saber más a verano, podría decirse incluso que es la Buck Rogers de la nueva era Feeder, divertida, rápida, viva pero con versos delicados y enternecedores (sin pasarse). 8:18, aparte de ser una hora en la que no apetece levantarse un domingo, es uno de los temas que arrancan melódicos y algo ñoños para dar un gran salto ultrasónico en el estribillo, otro ingrediente ‘feederiano’ que no podía faltar. Con Into the Blue saboreamos la sensualidad y la chulería de Feeder, donde se nota la influencia The Police en sus primeros años, con todo su descaro y cambios ritmos vacilones, de las mejores.
El resto de temas flota en una vertiente que mezcla los últimos álbumes, la voz en eco de Grant junto con su entonación a lo Interpol y una producción moderna que sabe a The Killers en sus teclados y sintetizadores. We’re the People es el nuevo himno de la banda, una canción de grandes espacios, bonita y esperanzadora en la lírica. La belleza prosigue con obras como Silent Cry, la que le da título al álbum y se presenta rodeada de violines, guitarras limpias en sus versos pero distorsionadas en los estribillos, muy sentimental. Fires sigue la misma tónica, pero con herramientas más electrónicas, ritmos más rápidos, y con una línea tan pegadiza que conduce la catarsis de la canción: “she lights the fire then she goes, below”. Helds Held High empieza como una Summer’s Gone y va acompañada por una voz de Nicholas temblorosa, muy al estilo Interpol. Oscura y conducida por violines alineados con sonidos electrónicos, desemboca en un final con grito de lucha y esperanza. Este registro de voz y la electrónica de The Killers sigue en Who’s The Enemy, tema de una base grave pero sintonizado con el sonido agudo de los violines y las guitarras eléctricas.
Este álbum también cuenta con su interludio, que consiste en una doble voz de Nicholas con unos teclados y sonidos electrónicos de fondo al estilo post-Kid A de Radiohead. Éste mismo micro-tema nos conduce a un final donde vemos a una carismática Guided by a Voice que cada vez cae más simpática en estos días de quemazón. Sonorous es un “fin de fiestas” que cierra el disco con acordes oscuros, pero poderosos y con vistas al frente. Es la supervivencia al sufrimiento y las ganas de abandonar, una de las mejores opciones para cerrar el telón de un álbum como este Silent Cry.
En cuanto a las canciones bonus que se encuentran en la edición especial, merece mención especial Every Minute, una verdadera joya de indie rock donde todos brillan, y tanto como esta como Yeah Yeah disfrutan de una producción propia de temas de álbum, no dan apenas sensación de ser caras b o canciones de repuesto/reciclado. Quizás por su estructura monotema no habrían encajado perfectamente como un tema más en el disco, pero por fuerza y carácter se merecen sobradamente una plaza en el sexto LP de Feeder.
2 comentarios:
se nota que te gusta esta grandisima banda amigo. gran analisis. un disco muy interesante que completa una discografia impresionante, porque este grupo es inexplicable que no goce de mas publico... grandes feeder, grandes ...
Bienvenido!
¿Has podido escuchar el último EP, The Seven Sleepers? Esta muy bien, siguiendo la línea de su último disco. Ahora que cambian de batería otra vez, se avecina nueva era, ¿qué piensas? ¿Te gustaba Mark o crees que Feeder necesitaba un cambio?
Saludos!
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