El martirio de una oscarizada
Natalie Portman juega en su posición favorita en un ejercicio dramático y masoquista que firma como protagonista y productora ejecutiva. Una amarga y cruel historia sobre la máxima tragedia familiar de perder un hijo.
El ciclo Natalie Portman sigue dando películas para la cartelera. La recientemente oscarizada como mejor actriz se atreve en El Amor y Otras Cosas Imposibles con un tema con el que pocas actrices son capaces de afrontar: La muerte de un hijo.
No es una película especialmente emotiva o impactante, si no más bien triste y cruel. Durante la primera hora, Emilia (Natalie Portman) intenta afrontar el hecho de haber perdido a su bebé Isabel mientras convive con su hijastro y su marido.
Es un dramón a la medida de Portman, que desde sus posiciones de protagonista y productora ejecutiva, se encarga de entallar el film a su manera. Con gesto miserable, transmite una profunda amargura, tristeza y desolación, pero no da tanto como lo hiciera en Cisne Negro. Emilia no tiene tantas caras como aquella obsesiva bailarina de ballet.
En el tablero está Lisa Kudrow, la siempre conocida Phoebe de la serie Friends que cumple con su papel de sofisticada ex mujer machacona. También está el amante, padre, marido y abogado llamado Jack interpretado por el siempre amante, padre, marido y correcto Scott Cohen. Y por último no hay que olvidar a Charlie Tahan en el papel de la crueldad inocente de un niño. Todos ellos para descolocar al personaje de Portman y sacar sus lágrimas de ‘drama queen’.
El Amor y Otras Cosas Imposibles no arropa a sus personajes, ni termina de crear una calidez adecuada para este tipo de films de contrastes. Tras la primera hora de contexto y preliminares tortuosos, la trama no florece hasta la última fase del metraje.
Estas películas sobre la perdida de un hijo, el engaño y otros palos de la vida siempre tienden a captar cierta empatía en el público. Estamos viendo a una mujer que pierde a su hija al poco de nacer, en un Nueva York gris en el que cada día parece un intento fallido. Pero esta película solo consigue dar pena por la situación y desarrollo, nada más. La emoción se ahoga por momentos y cuando parece que va a estallar, termina apagándose con un ‘esto es lo que hay’ y un 'el tiempo lo cura todo'.
No hay buenos ni malos, vencidos o vencedores, culpables o inocentes, opresores o liberadores. Una sucesión de días malos en los que solamente queda el lamento y la autocompasión. Una prueba masoquista que se impone Portman como actriz y como madre.
El Oscar de Natalie Portman calló en sus manos por la gracia que depositó en Cisne Negro. El Amor y Otras Cosas Imposibles es un ejercicio dramático válido pero que se habría quedado corto para lograr la estatuilla.
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