¡Mira arriba, son Muse!
Enormes. Aparecieron subidos en enormes cubos, levantaron a toda la grada, pusieron a levitar al público de pista, elevaron su sonido a la enésima potencia e hicieron eco del dicho ‘de Madrid al cielo’. Con Muse es posible tocar las nubes de una noche otoñal. Con uno de sus setlist más enérgicos y cañeros, trajeron uno de los conciertos más gordos del año.
Tras la larga cola otoñal, para algunos desde la noche anterior, el público entro al Palacio de los Deportes para encontrarse con la primera sorpresa de la noche: Tres enormes torres de tela plantadas en el escenario. Para cuando se apagaron las luces los gritos eran ya ensordecedores al ver como se encendían las ventanas de esos edificios, y como personas a un ritmo robótico las subían para finalmente caer. La estupefacción llegó cuando esas torres de tela cayeron al suelo y lo que había dentro eran los tres integrantes de Muse, cada uno encima de un cubo y debajo de otro. En las caras de cada uno de estos cubos una pantalla que alimentaba más el espectáculo.
Allí estaban ellos. El prodigio musical Mathew Bellamy con una estética totalmente futurista iluminaba con un láser circular al público al ritmo de Uprising, una canción más obligada que predecible, cuyo título no podía dar más el pego para una aparición tan ascendente.
Escondido por debajo y detrás de los cubos estaba un hombre rubio que suponía un gran apoyo para esta música de estadios. Percusión, teclado y cualquier tipo de arreglo corría de su cuenta para que a cada canción no le faltase de nada.
La gente ya no pisaba el suelo. Tras cantar alegres el estribillo de Resistance, para luego ponerse a bucear en New Born no sin antes coger mucho aire, porque este tema brilló como nunca, por su actuación y por el público.
Los cubos ya habían descendido y Muse estaba a ras de escenario. Parecía que todas las bombas habían detonado y aún estábamos en la tercera canción. Encima aún quedaba lo mejor por llegar. Todos eran super-temas, cañeros e imparables, pero la gente no cesaba en saltos, desgañitarse y sacrificar su cuello por causas como la magnífica MK Ultra, una de las que mejores sonaron del nuevo disco, o Hysteria. Otra de las grandes sorpresas de la noche es que utilizaron Nishe, una cara b de Unintended, como introducción de United States of Eurasia. Durante la cara b instrumental, casi rareza, en las pantallas aparecían fotos en blanco y negro de fans de Muse, fruto de un concurso en el que la banda ofrecía a los fans enviar su foto para ser publicada en las pantallas durante su gira.
Cubos arriba y con un piano de cola con tapa transparente y luces que seguían las melodías que pulsaba Bellamy con sus dedos, Muse se animó con Feeling Good, una de las mejores del concierto por la limpieza de su sonido, positividad y elegancia. En los cubos, imágenes de pétalos rosas cayendo, recordando al videoclip. En el Palacio, la gente en las gradas permanecía de pié, y así se quedarían durante el resto del espectáculo.
Los cubos volvieron a bajar. Las luces se apagaron. Pero, ¡wow!, el cubo de en medio volvía a subir y además era giratorio. Ahí estaban el batería Dominic Howard y el bajista Chris Wolstenholme compartiendo espacio y un pedazo de jam que hasta se me cayeron los pantalones (literal).
Yo personalmente poco más le podía pedir a este concierto. Mathew salió para ponerse en una de los brazos laterales del escenario con su guitarra-teclado para tocar su nuevo single, Undisclosed Desired, tema electrónico que no todos reciben con alegría. Pero después de ultra-brillar con súper éxitos como Starlight, la siempre siempre espectacular y perfecta Plug in Baby o la irrefrenable Time is Running Out, Muse enchufó un tema de su último disco al que nadie se atrevió a decir que no porque sonó de las mejores: Unnatural Selection. Que fuerza, que potencia, que infatigable banda de tres tíos pegándole sin parar con una pasión que poseía al público a pesar de sus cuerpos exhaustos.
Sin duda era el momento de una falsa despedida para descansar un poco. Pero la gente estaba acelerada, sus corazones habían cogido un ritmo que solo un infarto es capaz de parar, así que coreaban el nombre de Muse, pedían más. Y así fue, pero la banda salió con clemencia y un piano para interpretar Exogenesis, una de las tres sinfonías que cierran el último disco. Los ojos de los asistentes quedaban contemplativos, sus pulmones intentaban respirar hondo, miraban que sus acompañantes seguían cerca y sonrientes. ¿Todo controlado? Pues tomad un Stockholm Syndrome para terminar de romper los cuellos y reventar las piernas que aún tenían esperanza de volver a caminar.
Al terminar semejante muestra de poderío, el bajista aparecía bajo una luz blanca soplando en una harmónica un tema muy western para introducir el gran broche final: la épica y marciana Knights of Cydonia, donde ya la gran mayoría del público consciente de que esto se acababa, se dejaba la piel, la voz y el alma en una noche de sábado.
A mitad del concierto Dom Howard plantó encima del bombo de su batería una bandera de España en la que unos fans escribieron: Muse, you electrify my life. No podría haberlo dicho mejor.
A modo anecdótico: En la entrada del Palacio habían carteles que avisaban de que en el concierto el público podía ser grabado por vídeo y audio (de hecho junto a mi se plantaron dos tíos, uno de ellos con una cámara enganchada a una barra, que graban el concierto desde el punto de vista del publico de pista, pero pronto abandonaron por la locura almacenada en la zona). Lo gracioso es que el cartel advertía de que tu voz podía ser doblada. Es que en estos conciertos hay mucho desafine en las voces, es natural.
Sala 2.5 Sigo sin identificarme con los conciertos de estadio. Lo único bueno es cuando la orgia de sudor y empujones te sienta bien y te dejas arrastrar por ella, lo malo es que no te apetezca ese intercambio de fluidos.
Público 2 En la cola un infierno. La mayoría era un publico joven, primerizos universitarios, pero el problema no es la edad, es la falta de educación responsabilidad. Que se te cuelen, que te vomiten encima por la mezcla de marihuana y alcohol indebida, que se apoyen en tu espalda o te claven los pinchos de su muñequera fue su manera de hacer amigos.
Teloneros 2.5 Imaginaros a Foo Fighters pero cabreados. Pues eso fueron los teloneros Biffy Clyro, leña monotemática que aunque le mete caña a la noche se llega a hacer pesado.
Setlist
1.Uprising
2.Resistance
3. New Born
4. Map of the Problematique
5. Supermassive Black Hole
6. MK Ultra
7. Interlude
8. Hysteria
9. Nishe
11. Feeling Good
12. Guiding Light
14. Undisclosed Desires
15. Starlight
16. Plug in Baby
17. Time is Running Out
18. Unnatural Selection
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19. Exogenesis: Symphony Part 1 [Overture]
20. Stockholm Syndrome
21. Knights of Cydonia
Imagen y sonido: Mezken
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7 comentarios:
Vómito en un costado y no propio, sudor ajeno cuando cae el sol, falta de aire, falta de espacio, pero no importó, todo aquello y más valió la pena, como el sobrevivir a aquel oleaje viviente y no perder la cámara o tal vez el aliento.
Luego después gente con expresión escéptica pregunta:
-Tantas horas en la cola, con el frío que ha hecho ¿realmente merece la pena?
Y tú, aun exhausto por tanta energía absorbida y a su vez devuelta, vítores, sonrisas, y clamar al escenario que no cese la música, solo puedes contestar, no pretendiendo faltar, simplemente es como tu cansado cuerpo puede responder y así con esas palabras marcar algo que resulta difícil expresar sin sonreír al revivir aquello.
-Joder, sí...
P.D: Faltan las palabras a la hora de decir para cuando otro concierto más.
¿Otro concierto más de Muse o de cualquier otro? :P
Los conciertos son como el alcohol pero al revés, la resaca va primero, en la cola (aunque no siempre!)
Siento algo muy parecido a estar allí. Y lo cierto es que estaba en Madrid y la tarde anterior hablaba con los dos hermanos de una chica de 16 años que iba por primera vez a un gran concierto y los elegidos eran Muse y estaba como flotando en una nube.
Sí, la magia de la música en vivo, y la tremenda fuerza de este grupo.
Mamma mía vaya concierto para perder la virginidad en vivo (musicalmente hablando). Aunque bueno todos hemos tenido nuestro primer concierto de rebote, en plan con tus padres en el Tiboli viendo a Serrat (como fue mi caso). Pero realmente tu primer concierto debe ser aquel por cuya música quieras casi morir, y la actuación sea tu precioso funeral.
Gracias por compartir la bella historia, pocos días son tan mágicos como ese :).
Aquí Virginia, de Neo2. Muy buena crónica del concierto. A pesar de que no tocarán nada del primer álbum, fue un espectáculo fascinante. Me gusta que digas eso de "romper cuellos", porque yo me fastidié las cervicales literalmente de tanto agitar la cabeza. Épico.
Por cierto, el concierto lo grababan porque con esas imágenes han hecho el vídeo de Resistance (son casi todas imágenes del concierto de Madrid): http://muse.mu/news/article/584/resistance-video---now-on-musemu/
Un saludo y te agrego a mi blogroll.
Acabo de ver que ya habías comentado lo del vídeo de Muse en otra entrada!
Hola Virginia,
Muchísimas gracias por tu comentario. Lo siento pero me alegro que sufrieras ese dolor, porque no hace falta ser sadomaso para afirmar que un dolor así que te recuerde a una noche como aquella es bienvenido. Eso sí, espero que no quede nada más que el recuerdo ahora y que tus huesos y músculos esten como nuevos.
Si no hubieramos asustado al cámara de pista quizás habríamos salido en alguna parte del videoclip. Otra vez será!
Te sigo leyendo :)
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