El pasado fin de semana se celebró el festival Estrella Levante SOS 4.8 en el que PJ Harvey y John Parish hicieron su única aparición en España. Hasta ahí bien, pero entonces llegó la organización de un festival joven y lo complicó todo.
Para acudir a este festival te tenías que comprar tu entrada, como en cualquier otro, pero ¡sorpresa!, eso no te garantizaba poder ver ni a PJ Harvey ni a The Matthew Herbert Big Band, que eran los únicos que actuaban en el auditorio del recinto. Para notificarnos este hecho la organización del festival colgó un post en su blog, que ni siquiera en la página de inicio de su web, donde informaban que para acceder al auditorio era necesario escribir un mail con tus datos personales y código de la entrada. Había 800 invitaciones que se agotaron en apenas unas horas, así que para la organización misión cumplida y se evitaban colas a la entrada del auditorio, ¿pero que pasó con el resto de los 40.000 asistentes que no se enteraron de nada porque simplemente compraron su entrada en algún establecimiento, página web o que no les dio por meterse en el blog de la web y leerse todas las entradas hasta encontrar el tesoro oculto?
La organización garantizó que pondrían las ‘sobras’ en taquilla, y a las 14:00 horas del primer día del festival abrirían las ventanillas para ofrecer las entradas del auditorio a los que hicieran cola. Miles de personas lo intentaron, muchos plantados en la cola desde primera hora de la mañana, pero la mayoría se quedó fuera. A eso de las 17:00 horas ya se había acabado toda esperanza…
En mi caso, cuando iba de camino al festival para situarme en la fila, tuve la suerte de perder un autobús y confundirme de parada para encontrarme con John Parish, hombre encantador donde los haya, quien me dijo que nos pondría a mi y a mi acompañante en la lista de invitados en caso de que no consiguiéramos entrada en el auditorio. Y así fue, estábamos invitados al concierto de PJ y John por cortesía del propio Parish.
Pues no, de repente te topas con el muro de una plantilla de trabajadores poco cualificados para colaborar que dice que no ha recibido ninguna lista de invitados y que vayas a molestar al artista que te ha invitado que ese no es su trabajo (y eso lo decía un persona que estaba en un mostrador que ponía ‘Invitaciones’). Tras pasarse la patata caliente de uno a otro, marearme de un departamento a otro y de un responsable a otro, me dejaron subir al auditorio para ver si podía hablar con Parish, mi última esperanza.
Después de disfrutar de su perfeccionista prueba de sonido, como un voyeur de la música, junto a la entrada del auditorio, conseguí hablar con John a hora y media antes de la actuación. Él habló con su manager, quien le dio las invitaciones a su ayudante (que trabajaba para el SOS, gracias Nuria) y fin de la pesadilla.
La organización del SOS no hizo caso de la 'llamada de socorro', y respondían con hostilidad y una muy mala educación: “ni sabemos nada del asunto ni lo vamos a saber, vaya plasta que nos estás dando”; o cuando me quedé sin batería en el móvil: “no te pienso dejar mi teléfono para llamar a Nuria (compañera suya, y ayudante del manager de PJ Harvey) porque lo tengo que utilizar todo el rato, búscate la vida, no podemos hacer más por ti”. Frente al mostrador de invitaciones y prensa se sucedían periodistas, amigos de artistas, e incluso técnicos de sonido que eran recibidos con actitud de defensa, desconfianza y pocos modales, “mira la periodista esta, que se me ha ido toda rebotada”.
Espero que para el año que viene tengan el cuenta el quebradero de cabeza que ha supuesto para todo el mundo el tema del auditorio porque el festival estuvo muy bien: cartel, recinto, precio, diversidad de actividades, compromiso con el medio ambiente…etc.
Del concierto de Harvey y Parish solo puedo decir que tocaron las canciones de su nuevo disco de una manera tan soberbia y curtida que parece que llevan décadas ofreciéndolas en directo. La voz de Harvey y el arco iris de guitarras de Parish, sumado a una banda sobresaliente, dan como resultado un concierto que puso en pié a la sala en varias ocasiones.
Antes de concluir, ya sabéis que suelo hablar del público en un concierto. Con PJ Harvey fue una entrega absoluta, pero si te acercabas a conciertos como el de Maxïmo Park, veías que estaban llenos de gente pero que apenas les importaba más la música que simplemente estar ahí haciendo bulto con los colegas. Y mientras el cantante, Paul Smith, hablaba entre inglés y algo de español para entrar en contacto con su público, se podían oír cosas como “¡habla castellano! ¡gilipollas!”. Fin de los comentarios.
Fotografía: Mezken
2 comentarios:
Toda una aventura, menos mal que todo tuvo su recompensa.
No entenderé nunca lo de los auditorios en un festival. O van todos fuera o que se sepa desde el principio. La última vez que vi a P J Harvey fue en un summercase, en una carpa que se quedó tan minúscula como agobiante...
Y lo del público, cada vez es peor, sobre todo en los festivales.
Biquiños
Mira que un concierto en un auditorio es una gozada (si te dejan levantarte) pero los del SOS lo han organizado peor que nadie. O lo haces como toda la vida: los primeros que lleguen entran y los que no, no; o si quieres controlar más la situación lo organizas bien. Han quedado como unos novatos con esto.
Lo del público es muy duro Dama, a mi más que el viaje y el dinero me echa para atrás los zanguangos que me pueda encontrar te lo digo en serio!
Sí, en el Summercase fue un poco sauna, pero sudar por placer no es como sudar por trabajar. Fue genial a pesar de que era ella sola.
Muakk!
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