domingo, 13 de abril de 2008

Popeye (1980)

Es como es

¿Robin Williams hizo de Popeye en su papel debut en la gran pantalla? Descubran este musical-humor-acción donde lo cutre hace reír.

Os voy a hablar de una película de la que muchos desconocen pero merece la pena hablar de ella, Popeye.
En el año 1980, con un presupuesto de 20 millones de dólares, se sacó la versión de carne y hueso del personaje de comic que se hinchaba a espinacas. El actor que interpreta al marinero con el ojo saltón es ni más ni menos que Robin Williams en su papel debutante de la gran pantalla. Shelley Duvall (actriz que terminaría trabajando con directores como Stanley Kubrick en El Resplandor o Tim Burton en el corto Frankenweenie) sigue los patosos movimientos de Olivia. Hasta aquí todo puede pintar bien.
La película tiene un humor que, a día de hoy, está más caducado que las propias espinacas que se comió Popeye por primera vez. Si a eso le sumamos un musical que enreda a la película, son letras de lo más predecibles, durante toda la cinta te llevarás las manos a la cara, y mientras giras la cabeza de izquierda a derecha te preguntas, ¿esta película caló en antaño?, pues facturaron el doble de lo invertido. La historia que viven los personajes en Puerto Dulce (rodado en una villa en Malta) busca ser entrañable. Al amable Williams ya en su papel de Popeye se le coge cariño y se pueden ver los cimientos de lo que es a día de hoy su carrera como actor. Los demás personajes como Brutus y los demás habitantes del escenario de atrezo están bastante bien caracterizados.

El argumento se divide en varias historias pero centrada en una principal, la búsqueda del padre de Popeye. Más adelante ésta misión va perdiendo importancia ya que la adquieren otros hechos que durante el film se van desarrollando. No deja de ser una película para niños-familia, con mensaje positivo y el alza de un héroe que fue tan popular como el marinero de la pipa y los brazos deformes.

Los recursos utilizados son bastante característicos teniendo en cuenta la época en la que la película fue producida. Aún así, se pueden ver chapuzas como muñecos volando haciendo las veces de actores, o la enorme evidencia de que esa casa que se cae a pedazos es cartón puro y nada más.

Popeye cae bien, como la mayoría de los personajes de Williams, y aunque esta película tiene poco que sorprende a un público del siglo XXI, es interesante ver como se hace una película de humor-acción al estilo Jackie Chan con los pocos recursos que el director de la adaptación fílmica, Robert Altman(Nashville, MASH), contaba a finales de los 70.

Con espinacas o sin ellas, Robin Williams es un grande, aunque lamentablemente esta no es su peor película…


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