El título lo dice todo. La historia narra una guerra personal de un congresista americano (Charlie Wilson) que pretende marcar un hito en las maneras estadounidenses de cara a conflictos internacionales. Dejando claro al comienzo de la película que la misma esta basada en hechos reales, se desarrolla en el contexto de la guerra Soviética en Afganistán (Diciembre 1979 – Febrero1989). Es una película de fuerte carácter político, con constantes referencias a acontecimientos pasados que marcaron la reputación de Estados Unidos, envuelta con un humor sarcástico que provocarán la risa a más de un espectador que se crea un buen conocedor de la HISTORIA.
Tom Hanks, actor que venía patinando de una interpretación lineal tras su papel protagonista en la innecesaria El Código Da Vinci, aterriza en terreno político bordando su personaje que deja algo de lado las muecas de Hanks para pensemos más en su caracterización que en “es Tom Hanks haciendo de político”. En su campaña de guerra fría le siguePhilip Seymour Hoffman en su papel de Gust Avrakotos, encargado de armar la idea de Wilson durante todo el conflicto. Para completar el trío de guerrilla nos meten a una Julia Roberts que se limita a hacer su papel de dama plástica de Hollywood, con su actitud de “se que la cámara esta con el piloto rojo de grabar, piensa en el maldito dólar Julia” que apenas sorprende pero encaja en su papel de “segunda dama” que cumplimenta en el personaje de Joanne Herrring, multimillonaria tejana que apoya la causa del congresista.
La idea de este film no es hacer una “Borat” con actores de renombre, sino que deja más bien al humor en un segundo plano, y la crítica al gobierno de Estados Unidos a opción libre del espectador, que tendrá la impresión de americanismo en algunos momentos pero luego descubrirá un gran subjetivismo sobre el que esta constituida esta superproducción nominada a los Oscar. Los diferentes puntos de vista desde los que vemos a Charlie Wilson atando cabos para dar la mejor impresión de E.E.U.U. demuestra el curtido guión de la cinta. El sabor de superproducción no es molesto, sino que busca la medida exacta para parecer una película lo bastante dinámica para no aburrir con política y lo bastante expresiva para no parecer una película de acción. Esto no es cine bélico, ni la intención de Mike Nichols fue ésta, director cuyo anterior trabajo como cineasta fue el musical cómico Spamalot de los Monty Pythons. No os esperéis en absoluto otra Leones por Corderos, estamos hablando de una película que puede abrir un debate sobre la política internacional que podría durar más de un par de semanas pasado el estreno del film de Nichols. Es un cuento de guerra que cualquiera puede entender pero no sacar las mismas conclusiones que nuestro vecino de butaca.
Tom Hanks, actor que venía patinando de una interpretación lineal tras su papel protagonista en la innecesaria El Código Da Vinci, aterriza en terreno político bordando su personaje que deja algo de lado las muecas de Hanks para pensemos más en su caracterización que en “es Tom Hanks haciendo de político”. En su campaña de guerra fría le siguePhilip Seymour Hoffman en su papel de Gust Avrakotos, encargado de armar la idea de Wilson durante todo el conflicto. Para completar el trío de guerrilla nos meten a una Julia Roberts que se limita a hacer su papel de dama plástica de Hollywood, con su actitud de “se que la cámara esta con el piloto rojo de grabar, piensa en el maldito dólar Julia” que apenas sorprende pero encaja en su papel de “segunda dama” que cumplimenta en el personaje de Joanne Herrring, multimillonaria tejana que apoya la causa del congresista.
La idea de este film no es hacer una “Borat” con actores de renombre, sino que deja más bien al humor en un segundo plano, y la crítica al gobierno de Estados Unidos a opción libre del espectador, que tendrá la impresión de americanismo en algunos momentos pero luego descubrirá un gran subjetivismo sobre el que esta constituida esta superproducción nominada a los Oscar. Los diferentes puntos de vista desde los que vemos a Charlie Wilson atando cabos para dar la mejor impresión de E.E.U.U. demuestra el curtido guión de la cinta. El sabor de superproducción no es molesto, sino que busca la medida exacta para parecer una película lo bastante dinámica para no aburrir con política y lo bastante expresiva para no parecer una película de acción. Esto no es cine bélico, ni la intención de Mike Nichols fue ésta, director cuyo anterior trabajo como cineasta fue el musical cómico Spamalot de los Monty Pythons. No os esperéis en absoluto otra Leones por Corderos, estamos hablando de una película que puede abrir un debate sobre la política internacional que podría durar más de un par de semanas pasado el estreno del film de Nichols. Es un cuento de guerra que cualquiera puede entender pero no sacar las mismas conclusiones que nuestro vecino de butaca.
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